Yo siempre digo: “al
que madruga, ni te cases ni te embarques”, y creo que esta frase me puede
definir (de alguna manera). Procuro no dejar las cosas en manos de otros ni de “Otro” (con mayúscula) y trato de poner todos
los medios a mi alcance para que las cosas salgan bien. Los resultados no son
siempre los deseados, pero el pasado domingo 2 de febrero como tenía ganas de
ver una exposición de palomos de raza (cosa que no había hecho nunca en
directo), pues lo que a mí me gusta es el palomo de vuelo (entiéndase de caza),
me lancé a un viajecito de 350 km entre ida y vuelta a Burjasot (Valencia). Me
llamo José Luís y vivo en San Vicente del Raspeig (Alicante) y soy el
secretario del Club de palomos de raza La Amistad – Alicante, y aunque propuse
el viaje a algunos socios, en el día señalado ninguno pudo venir y a las ocho y
cuarto de la mañana me encontraba en la carretera, con mi mujer de acompañante.
Llegamos muy pronto y allí nos encontramos con el Delegado de Razas y algún
participante, que nos mostraron la exposición.
Estaba compuesta por
unos 80 ejemplares, la mitad de ellos de la raza Buchón Valencianos que eran los que más
me interesaban, pues me he decantado (léase enamorado) por ellos desde hace
unos meses. Para hacer tiempo fuimos a tomar un café y a la vuelta, vimos en la
entrada a Carmen y Javier, que habían traído un par de ejemplares para la
subasta que se efectuó previa a la entrega de trofeos y estuvimos dialogando
un buen rato al sol de palomos, palomeros y otras muchas cosas ¡qué pequeño es
el mundo, estuvimos trabajando para la misma empresa y los mismos jefes hace ya
algunos años, ellos en Valencia y yo en Alicante!. Personalmente conocía ya a Javier, porque me atendió un mes atrás en su
casa y allí descubrí, tanto la categoría de sus palomos, como la suya propia.
Por lo tanto, cuando se realizó la subasta, ni en mis mejores sueños (pues nunca
participé en ninguna) pesé que saldría con los dos palomos de Javier en la
mano, cosa que ocurrió (me acordé entonces, del célebre actor cinematográfico
americano “Johnny Locreo”). Durante
un momento podría haber pensado que el final del refrán es: Dios le ayuda, pero no, sigo pensando
que es mejor “ni te cases ni te embarques”,
que para mí significa “pon todos los
medios a tu alcance y algunos más para conseguir las cosas sin esperar
milagros y solo después confía en tu buena suerte”, y es que si hubiera
sido cómodo y me hubiera quedado en casa tomando el sol, por mucha suerte o “mano
de Dios”, no habría ni visto la exposición, ni conocido a otros colombaires, ni tendría dos Buchones
Valencianos de Carmen y Javier. Por supuesto, el viaje de vuelta se me hizo eterno,
con muchas ganas de poner los palomos en sus jaulas, ¡qué bueno es tener
ilusión!, esa ilusión que los demás muchas veces tratan de matarnos
(entiéndase: políticos, mandatarios, extremistas, autoridades civiles y
eclesiásticas, etc.), pero que se encuentra en cosas sencillas, solo debemos
buscarla y la colombicultura es una de ellas y con esta si que “me caso y me embarco”.
JOSE LUIS MONSERRAT.
No hay comentarios:
Publicar un comentario